Algunos, muchos, llevamos desde marzo siendo responsables, sin ver a la familia o a los amigos. Sin celebrar nada, sin paparotas, sin abrazos, sin trabajo.
Porque una se quede callada, no quiere decir que tenga la vida laboral de fiesta. Son los tiempos que son y toca pensar en el bien común.
Leo en las medidas que se aplicarán desde mañana que se cancela toda actividad cultural, lo cierto es que desde el verano; ya ni hablo de todo el trabajo cancelado en el confinamiento que no se recuperó nunca, los artistas venimos sufriendo cancelaciones de último momento, con billetes comprados o el tanque lleno a base de tarjeta de crédito, incluso en lugares donde con seguridad y cuidado podríamos trabajar.
Éste parón nos coge otra vez desprotegidos, con los impuestos pagados y con la imposibilidad de darte de baja en febrero porque anhelas que después del 17 puedas salvar los bolos de la última semana del mes.
Parecemos un sector pequeño, pero muchas familias viven de nuestra arte, detrás de cada uno de los que estamos en el escenario, hay músicos, técnicos, vestuaristas, escenógrafos, fotógrafos,diseñadores gráficos, escritores, gestores, hostelería, transporte etc etc
Ojalá escuchara en algún momento que se va a tomar medidas para «salvar la cultura», pero cuando lo importante es salvar vidas, me conformo con soñar que en un futuro, no muy lejano, volveremos a vernos, escucharnos, sentirnos en los teatros, bares, salas y bibliotecas.
Seamos responsables, nos va el mañana en ésto. Y en ese mañana tenemos que estar todos y todas.
Me voy a los fogones,

Rho

me hizo acordar que tengo calabazas a las que hay que dar salida. A ver si entre bicas, currys y almíbares se me arregla el cuerpo.

Como Frederick, me voy a recoger bellezas doradas, para compartirlas en los días grises. Se me cuidan

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