De Zaragoza, salí el día martes por la madrugada. Me esperaban dos días en Segovia.
Y el jueves, muy temprano salía para Madrid. Normalmente cojo el tren de cercanías.
Me gusta mucho ver la sierra con nieve, como se queda lentamente reflejada desde y en la ventanilla.
Pero tenía sueño. Y el tren salía media hora antes que el bus y los dos llegaban a la misma hora. A las 8 de la mañana del 11 de marzo.
No entendíamos nada. Llegar a Madrid y que de repente todo se llenara de sirenas. Dos carros, de esos negros de la policía anti-disturbios, se atravesaron en la carretera. El chofer encendió la radio. Atentado, atentado en Madrid! ¿Dónde? La policía que muy atenta, pedía documentos, para poder seguir, revisaban tus maletas y te recomendaban volver a tu casa, si podías. Ambulancias, bomberos. En Moncloa, donde nos cortaron el paso, todo era caos. De la boca del metro salían personas desorientadas, que habían cogido la primera línea para salir a la superficie y llamar. “¡Que mi mujer no este en Atocha!¡Que mi hijo no haya ido a clases!”
Lo raro, era el comportamiento de la gente. Madrid que normalmente, por lo menos a mis ojos extranjeros, va a su puta bola, encerrada en sus libros o periódicos. Levantaba la cabeza, hablaba con quien sea, prestaba el móvil. Calmaba a los nerviosos. Se humanizaba. Como dice Manuel Rivas, “el dolor estaba en la boca de todos” y se materializaba en palabras de consuelo.
Compartías el taxi para el aeropuerto. Al correr de la mañana, compartías la desazón, el cabreo, la bronca, la impotencia.
Salir para Málaga, llegar y encontrar que el duelo había suspendido la gira .
Era lógico, no había Garrick, que pudiera hacer reír. había otro macabro bufón que nos había puesto a todos de protagonistas en el medio de la peor tragedia. Todos teníamos un rol en esa historia.
Por la noche, ya en el cobijo de mi galería, con la luz de la catedral al fondo, me di cuenta y aun hoy al pensarlo tiemblo. ¿Dónde estaría ahora si hubiera cogido el tren?
No creo que me hubiera pasado nada físico. Pero hubiera llegado a Atocha diez minutos mas tarde de que las vías se retorcieran con los gritos de dolor. Creo que deberé enmarcar el boleto de bus de ese día,el día en que le di esquinazo a la muerte. Aunque sus zarpas, dejan huellas en mi memoria que se revelaran cada vez que vaya a coger un tren.
Le temo a las consignas, me parece que son sogas que me encerraran y me dejaran allí para siempre, transformándome en un igual a ellos. Pero hoy me sale de la boca una de ellas, porque el corazón me la viene empujando. Ante cualquier forma de terrorismo. ¡Basta ya! Porque como dice Sabina…”yo me bajo en Atocha, yo que me quedo en Madrid”

7 thoughts on “Mi 11 de marzo

  1. Hola!!

    Usted no me conoce. Soy francesa y estudio el español al instituto. Nuestra profesora de español nos ha dado un texto que debemos presentar al final del año para el éxamen. Y este texto es un extracto de esta página. Estaba en Barcelona durante aquel día y ví a una mujer que estaba gritando. Nuestros profes nos dijeron que en Madrid bombas habían explotados. muchos fueron chocados. Y cuando leí su testimonio me emocionó. No sé si debo enviar este comentario. Si quiere, usted lo puede borrar.
    Tchoo

  2. Mathilde,de ninguna manera borro la huella de una persona que comparte mi sentir.
    Es para mi un honor que mis palabras le ayuden a conocer el español. Aunque siupongo que coincidirá conmigo en que ojalá este texto no se hubiera tenido que escribir. Que ese 11 de marzo otra historia hubiera sido contada.
    Si no le importa,cuando de el exámen,cuenteme como le fue.
    Gracias
    Un abrazo afectuoso

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