El español era de Outes o la de cosas que se pueden hacer para conseguir los ansiados papeles.
Hoy a la mañana y como hago una vez al mes, cerré safari y abrí google chrome, para poder visualizar sin problemas el endemoniado sistema para conocer el estado de mi nacionalidad.
Como desde hace dos años, sigue inamovible la frase de «su trámite está pendiente de corroboración y solicitud de los certificados pertinentes»
Es decir siguen con lo que yo presenté en tiempo y forma, pero el MdeJ aún no ha tenido tiempo de pedir de forma telemática los certificados de Hacienda y Seguridad Social.

Toca respirar y seguir esperando.

Coincidencias de la vida, veo en el telediario que en el Desembarco de Normandía que hoy celebra 75 años, había un español.
Gago le habló a la pantalla puntualizando que de Galicia, una información que TVE olvidó mencionar.

Manuel Otero, natural de Outes, trabajaba arreglando barcos hasta que se enroló en la Marina Mercante.
El golpe de Franco lo coge en aguas Cántabras, zona republicana, así que pelea en ese bando. Herido de gravedad en Brunete es enviado a Valencia y cuando ésta cae, hecho prisionero.
Su familia consigue liberarlo y así regresa a su aldea.
Pero ya tiene la etiqueta de rojo.
Perseguido por los de su tierra decide emigrar a Nueva York, donde abrió un negocio de mecánica.
Trabajaba, reunía dinero que mandaba a su madre, pero como cualquier sin papeles, soñaba con la ciudadanía.

Enrolarse de forma voluntaria en el ejército y resistir seis meses, era sinónimo de convertirte en ciudadano americano.
Seis meses sin que te maten.

Pero pocos días mas tarde, Japón bombardeó Pearl Harbor y ya saben lo demás.
A Otero le tocó venir a Reino Unido, junto a otros miles, para preparar el desembarco.

Su regimiento era el 16 de la 1ª División de Infantería del Ejército de EEUU, conocida como Big Red One, una división con experiencia. Manuel también era veterano y sabía de batallas. Tenía todos los puntos para que le tocara el día D.

A las seis de la mañana Manuel ya estaba embarcado, tocó tierra poco antes de las ocho.
Había marea baja, así que los soldados con sus fusiles envueltos en plástico y tela, tuvieron que caminar mucho más distancia a descubierto, en una zona barrida por las ametralladoras de los nazis.

En el bolsillo de cada soldado la carta de Eisenhower que les recordaba que junto a ellos caminaban amantes de la libertad de todo el mundo.

Pero la carta no era un escudo, poco después de pasar unas rocas, una mina hizo trizas la ilusión de Manuel de ser ciudadano legal.

Ese día un setenta por ciento de los que desembarcaron murieron en esas aguas heladas, en esa arena húmeda.

Junto a tantos, Otero fue enterrado en Colleville, pero su padre consiguió repatriar sus restos que hoy reposan en el cementerio de San Xoan do Freixo de Sabardes, en Outes.

En una caja de latón, con la condecoración y las cartas a su madre, así llegó a su aldea y fue enterrado.
Alguna vecina que era niña de aquellas, aun recuerda ver un féretro cubierto por una bandera que no conocía y gente que hablaba en un idioma extraño.

Manuel Arenas y Antonio Osende de Asociaciones de Amigos del Museo Militar de A Coruña, se interesaron por la historia del único español presente el 6 de junio en el Desembarco. Fueron reunindo los retazos y reconstruyeron la historia.
Hoy colocaron en Normandía una placa con el nombre y el lugar de origen de Manuel Otero Martínez.

Ese hombre que como tantos gallegos erseguía un sueño, ser un ciudadano legal en un mundo libre.
Nos corresponde a nosotros, contar su historia, para agradecer tanto sacrificio.

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