La señora Luisa entró a la sala y me miró como solo mira quien se pone a disposición de algo que sabe que es correcto y que hay que hacerlo.
En O Sorriso de Daniel queríamos elevar una voz que denunciara el abandono total de SanPaio de Abeleda y la forma fue fotografiando a las personas que habían sido
bautizados en esa pía.
Una pía que quiso ser robada una noche y que luego de ser rescatada se mantiene a salvo, junto con otros santos, en una casa-capilla, en espera de que se le devuelva a la iglesia algo de su inmenso esplendor.
Luisa se colocó delante del trípode, con la incomodidad de las personas que toda su vida fue más próxima a faenas y labores, que a flashes de cámaras.
Pero su mirada clara iluminaba más que cualquier foco.
Alta, delgada, se movía por la habitación, mirando siempre el sitio donde pisaba, como hacen las personas que toda la vida han hecho hablar a la tierra con sus frutos y saben que si pisas donde no debes, estropeas algo.
Le expliqué lo que necesitaba de ella.
-Usted fue bautizada en esa pía?
-Si hija- la miró – y yo tuve una foto
-¿Por qué cree que es importante que vuelva a su sitio? y tuve decenas de fotos.
Ella colocó sus manos delante y yo vi allí todas las respuestas que solo un insensible no podría ver.
Luisa do Couto, a dos Cesteiros, a filla de Salvador que enfeitizaba aos nenos e nenas como Victoria, que ían a ver como os bimbios volvíanse como por arte de maxia, en cestos.
Luisa que casou co Lino, e tivo dous fillos, un que anda lonxe, José Antonio (por Miami) e Lino, que coa Rosita están xunto dela.
Luisa que leva nas mans as pegadas das horas que a terra exixe. Esas mans que a xenética labrega adapta aos traballos.
Como elas serían as de quen fixo a pía. E Luisa, en silencio olla para nós e impón respeto. E pide respeto para quen volveu a pedra celebración de vidas.
Luisa marchó hace pocos días, y quiero conocer yo al valiente que pueda sostener su mirada tranquila y sincera, que mire sus manos y luego diga NO a SanPaio.
Abrazo desde aqui a la familia. Gracias por dejarme estar un poquito en vuestras vidas.

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