Fui al cine. No es novedad. Me senté en la última fila, seguramente con la última entrada que quedaba.
En la pantalla, un soplo fuerte. Unas flores de cerezo que empezaron a bailar.
Una calle, una anciana, un andar que me resultó conocido.

«Hemos venido a este mundo para verlo, escucharlo…contarlo» Una fábula en defensa de la alegría, pese a todo. No es solo una película sobre dorayakis. Es un puñetazo en la boca del estómago, cuando descubres lo que hay detrás de ésta mujer de 76 años, que saluda a Don Sol, a las hojas, a los canarios. Una mujer que escucha las historias que las judías cuentan después de tan largo viaje. Verla en original de ser posible,la magia de la voz de Tokue desaparece en la traducción.

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