Llevaba tiempo queriendo regresar a San Pedro de Vilanova de Dozón, cerca de Lalín, Pontevedra.
La vez anterior la luz era pésima y de ésta, la cosa no mejoró demasiado.
Al aparcar delante de la iglesia nos recibió un enjambre de vecinos y vecinas cargados de escobas, desbrozadoras, forcas, fouciños y palas que con gran entusiasmo quitaban hierbas y plantas trepadoras.
Ésta iglesia monasterio es un ejemplo maravilloso de románico gallego.
Aunque ya no tiene el edificio correspondiente al monasterio, su conjunto es de una armonía pocas veces encontrada.
Desde la carretera lo primero que llama la atención es el ábside, con su cornisa de numerosos arcos pequeños y un rebanco dividido en tres pisos de aristas aboceladas y varias columnas, con aberturas de iluminación, destacando el ventanal central con una celosía formada por cinco vanos circulares que reproducen una forma cruciforme. Sin cables, ya sería perfecto!
Destaca también la portada del muro septentrional, cobijada por un tejaroz sostenido por una cornisa de arquillos semejantes a los del alero. Consta de tres arquivoltas molduradas y apuntadas sobre dos parejas de columnas con capiteles decorados, culminando el conjunto un tímpano presidido por una cruz en bajorrelieve.
Se sabe por una copia del acta fundacional, que doña Guntroda, viuda de Pelayo Martínez, es quien funda y dota de cuantiosos bienes al monasterio que se construye en tierras de su propiedad y pasa a vivir allí con las benedictinas, siendo su primera abadesa. Y tal información es corroborada por una inscripción en latín en el muro del ábside, que dice:
EGO GUNTRO SUARII EDIFICAVI INSTUM MONASTERIUM STI PETRI EN ERA MCLXII
“Yo Guntroda Suárez fundé este Monasterio en honor de San Pedro en la era MCLXII”.


