Ayer me fui a dormir con la extraña sensación de no saber como será mi sueño de hoy a la noche.
Porque tengo que reconocerlo, estoy con mal cuerpo.
Una amiga mexicana, me contaba que saliendo de su trabajo en la zona vieja de Santiago, vio como un señor increpaba a unas mujeres que llevaban velo y ante su mayor estupor, al ver, por sus rasgos, que ella tampoco es gallega, le soltó una serie de lindezas.
Ella que hace muchos años, hizo su carrera en Madrid, no había vivido eso nunca.
Hace unos días pudimos ver el video de unos jóvenes que agredían en un autobús de la capital y exigían el asiento a una mujer latina.
Puedo (con dificultad) entender que alguien, por desinformación, miedos, inseguridades, comulgue con el discurso populista y panfletario de algunos políticos.
Pero ser complices, porque votar esas ideas es asumir, no solo los pensamientos, sino las acciones, eso sí que no lo entiendo.
Perdonen, pero no puedo entender el odio, la rabia, el insulto, la agresión…
Leo el twitter de una periodista y tiemblo al leer las amenazas que le escriben.
Porque no es verdad que son cobardes que se amparan en el anonimato y de ahí no pasarán. Son cobardes que ahora saben que pueden actuar con impunidad y no habrá justicia que les castigue.
En que momento dejó de ser una vergüenza ser xenófobo, sexista, racista, clasista, fascista y pasó a ser algo digno de orgullo?
En que momento el diálogo dejó de ser la herramienta, para pasar a ser el arma arrojadiza que nos inmoviliza?
Much@s dicen «no voy a votar porque no cumplen sus promesas». Alguien decía en una viñeta que no encuentro, yo iré a votar para evitar que la ultraderecha cumpla las suyas.
Yo que sigo sin poder votar, os pido que pese al frío, la lluvia, la desilusión, vayáis.
No lo hagáis solo por vosotr@s, hacedlo por vuestras antepasados que un día cogieron un barco y vencieron el miedo, por vuestras hijas e hijos que hoy se buscan un hueco en el mundo, por vuestros nietos y nietas para que nazcan en el mundo que para ustedes sueñan.
Y si hace falta, dentro de unas semanas, si sus señorías siguen sin ponerse de acuerdo, reforcemos nuestro voto saliendo a las calles a exigirles madurez y altura política.
Que esa altura sea nuestra participación de hoy.
Porque nada podemos exigir, si nada podemos dar.

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