Que meto eu no peto? me preguntó la señora, cuando le di las gracias.
Todo empezó dando un paso por el conjunto histórico de las fábricas de Sargadelos.
Recorríamos las instalaciones, Casa del Marqués, Museo, fundición, herrería etc , imaginando los tiempos en que esas barracas serían un hervidero de actividad, con los fuegos, las tierras, los esmaltes, los carros… cuando tuve un momento Peaky Blinders y me sonó de fondo Nick Cave.
Seguramente la estampa no sería muy distinta a la de los arrabales de Bristol, donde las industrias teñían de hollín la piel de cientos de obreros y obreras.
Al instante todo volvió a ser verde, y allí estaba el presente en silencio, la luz del sol, encandilando.


Me sacudí las imágenes y nos metimos por el Paseo de los enamorados caminando con la banda sonora del río Xunco.
Cuenta la leyenda que éste paseo de poco más de 1 km es tan hermoso que si entra una pareja que no está enamorada, al salir, salen ambos rendidos de amor.
En la presa del siglo XVII me dejé embobar con los miles de arcoiris que danzaban en el agua.
Al regresar, vi que la señora mayor que al empezar nuestro paseo, entraba a la aldea, volvía con una garrafa de agua.
Así que acerqué a preguntarle si había por allí una fuente.
-Si, filla. Un pouco máis adiante
-É auga boa? pregunteille.
-E moi boa. Cura de todo. Hai que bebela sempre, pero cura a base de bien.


A la sombra de la parra me contó como antes la aldea era una cosa digna de ver, llena de vida, de gente, de trabajo. Me contó que ella no había trabajado en la fabrica de loza, pero que su hombre, que ya descansa en paz y su hijo que le vive bien, si que trabajaron en Sargadelos.
Que ahora decían que iban a poner dineros ahí para reanimar, pero que eso no era cosa de dinero, sino de gentes, que ya no hay.
Cuando le agradecí la información, sobre que sendero coger y la distancia a la fuente, me dijo la frase que me he traído, yo que recolecto palabras para mis historias.
-¿Que levo eu no peto facendo o mal e non contando o que sei? Porque haite xente así. En Lugo unha vez, fumos coa filla para sacar o carné, e preguntamos e miraranos como de fóra, que eramos. E sinalaron un camiño a seguir. E fumos, e non dimos. Contentos quedaron de rir de nós, que non coñecíamos alí.
Quen me dera que veñan por eiquí a preguntar, chegan a Marte co que lles explico. Xente ruin.
Cuantas veces en la vida, deberíamos preguntarnos ¿qué sacamos nosotros, qué nos guardamos, qué nos queda haciendo, ya no digo el mal, sino haciendo lugar a esas pequeñas mezquindades de cada día, que horadan y añejan?
Dense un paseo por Cervo, parroquia de Sargadelos y recuerden, solo dejar leves huellas, solo traer recuerdos.

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