Vaya por delante que soy de las que a veces en algún concierto he realizado una foto del escenario antes de empezar o cuando sale el artista (si está permitido hacer fotos) y la he subido a twitter, siempre con éste afán corporativo de difundir cultura en medio de tantas cosas que andan por la red.
Dicho esto va mi primera sugerencia sobre lo que hacer con el móvil durante un concierto:
-dejarlo en el coche,
-en tu casa
-o en algún rincón oscuro de la anatomía, si no has llevado bolso o bolsillos molones.
Hoy en día, es cada vez más difícil ver un espectáculo en directo, si delante de ti tienes un fanátic@ «del grabo todo en mi móvil».
Porque además ésta gente no suele mirar hacia atrás, pedir permiso o disculpas, no!
Levanta su brazo y allá que te cubre ese trocito de escenario que te has ganado a base de bien.
Y aún es para aplaudir, si lo pone en horizontal o con el flash apagado, que sino te toca ver como se le ilumina la calva o la permanente a los de la fila de más adelante, mientras toquetea el zoom digital y tu ves al artista que fuiste a escuchar a través de la ventanilla luminosa del coleccionista de videos.
Si eso sucede en un estadio, plaza o leira de festas, igual te aguantas, pero si tienes la suerte de estar dentro del Monasterio de Oseira, disfrutando de un maravilloso concierto de música medieval, inundada de asombro y emoción, con la piel erizada de ver como se hacen realidad los instrumentos del Pórtico de la Gloria, como entender que alguien que vive ese momento, lo primero que piense es en grabar?
Si tienes la suerte de escuchar cantigas en gallego antiguo, en medio de un ábside iluminado con delicadeza y gusto.
Y si para más suerte Carlos Nuñez cierra los ojos y pasa a tu lado envuelto en sonidos sin tiempo, mientras escuchas por primera vez en tu vida como suena un organistrum o disfrutas de un rabel, o un arpa o una lira o una gaita medieval….
CÓMO!!! cómo narices se te ocurre sacar el móvil durante TODO el concierto!
Y no hablo solo de la señora que tenía a mi derecha tres o cuatro sillas más al centro de la platea, sino de las decenas de personas que en medio de un momento tan especial, se perdieron la magia que flotaba en el aire por andar trasteando en un cacharro.
Solo por registrar en vete a saber que calidad, un momento único.
Eso sin entrar a valorar derechos de imagen, permisos de difusión y demás que doy por sentado que personas con tan poca sensibilidad con el entorno humano, menos lo tendrán hacia el artista que se supone homenajean con la pequeña pantalla.
Así que por favor, éste verano cuando anden de conciertos, antes de ponerse a grabar, disfruten a pleno de lo que ven y registren solo en ese disco duro imborrable que tienen en el pecho a la izquierda.
Lleven eso a casa,a los seres queridos, lo agradecemos todos y ustedes, aun más, cuando tengan que contar con vuestras palabras, sin emoticones, la pequeña maravilla vivida.
Foto realizada para el Libro de Dulces conventuales con Miguel Vila Pernas