Por lo que tengo hablado con muchos colegas, esta peripecia personal que aquí relato, se repite de un tiempo a ésta parte con mucha frecuencia.
Con variaciones, matices o agregados varios, muchos de los que ejercemos el hermoso oficio de las palabras ambulantes, al llegar a una Biblioteca, Centro Social o Teatro, nos encontramos con un amable anfitrión que con una amplia sonrisa nos pregunta :-¿Eres tu la chica que viene hacer un cuentacuentos?
Esta pregunta se puede enriquecer con otras, en plan, ¿tienes que disfrazarte? ¿No traes nada? ¿Las maletas y algo mas?-si es sesión en Biblioteca- ¿Vas a maquillar a los niños ten cuidado con…?
Al principio explicaba con parsimonia que si, que yo era la narradora que haría la sesión de cuentos, la función, la que contaría durante una hora una serie de historias, etc Pero cada día que pasa me inclino mas por seguir otros caminos a la hora de responder.
Alguien puede pensar que me lo tomo muy a pecho, pero si te encuentras con un teatro de Centro Social de pueblo , donde un señor llena de sillas y micros el escenario bajo la batuta de una señora que cuando te ve se presenta como la Concejal de Cultura (atentos que ésto no es un dato menor) y que cuando tu le dices que eres la persona que hará el espectáculo y que no necesitas todo eso, la señora te contesta: -¿Pero y lo de los cuentos no es cómo un monólogo?
Y tu ahorrándote peroratas discursivas le dices, que mas o menos, que si,pero que sobran las sillas y los micros, y pese a eso, a quedar claro que es algo así como un monólogo lo que vas a hacer, ella contesta brazos en jarra:- Y entonces ¿dónde estan los demás, cómo vas a hacer tu solita un monólogo, cuentacuentos o como sea?
No es que sea una gota que desborda, ¡es un manantial que fluye!
Dado que siento mi oficio con pasión, solo puedo contestar en el tono de mis otras pasiones, es decir sexo o gastronomía. En el caso que narro, no lo hice, pero en las horas de coche que me devolvieron a casa dejé preparada la respuesta que pienso dar la proóxima vez que alguien me venga con la preguntita de marras.
Si me da el puntito erótico:
«Si señora, o… señor, vengo a hacer el cuentacuentos, ¿donde quiere que lo haga?
En el suelo se me da bien, aunque preferiría alfombra y si hay cojines, ya ni le digo!
En la silla es mas complicado, soy de moverme mucho y una caída en segun que circunstancias, además de dejarme fuera de juego una temporada, me haría poner tan en ridículo que no se si volvería por aquí y en la medida de lo posible, me gusta con los que ya me conozco.
¿Disfrazarme? No, me gusta mas al natural, guapa, especial para la ocasión, pero yo mismita, ni orejitas, ni plumitas, ni látex de los chinos.
¿Luz? No es la mas adecuada, preferiría una mas intimista, pero lo importante es que se vea, que se vea bien, que aquí se viene a disfrutar.
Si cerramos las cortinas de las ventanas, mejor, no es que sea pudorosa, pero hay que estar a lo que hay que estar, no hay que perder concentración.
¿Que cuanto dura? Pues usted decide, si quiere uno rapidito le puedo dar en dos opciones,directo y sin introducciones, o retorcidillo pero que deja durante días algo dando vueltas.
Aunque reconozco que se me dan mejor los de una hora y si puedo meter unos cuantos cuentos, me quedo muy a gusto. Variaditos, ligeritos, profundos, alegres, melancólicos, susurrados,con onomatopeyas…
También me puedo extender, si el interlocutor responde bien, una maratón me sale sin pensarlo, eso si, tal vez necesite pedir ayuda de otros colegas, sino le importa.
¿Que de qué tema? Pues soy de improvisar, de intentar percibir lo que quiere el otro y dárselo, eso si, me gusta sorprender y dar algo que no se espera, a veces algo de miedo, y hasta puede dar risa, y en segun que casos hasta es bueno, hay veces que las cosas que no se entienden del todo, pero se disfruta y otras, quien vino siente que se va diferente.
Ese día sabes que estuviste para un diez.
¿Cuantos al día? Con uno ya firmaba, de fiesta los días de tres, lo resisto bien, pero estamos en temporada baja y si consigues uno por semana, ¡ya celebras!

¿Resultados? Normalmente hay que esperar un poco, pero salvo que no haya habido mimos, atenciones y cuidado, que ni siquiera se haya tenido en cuenta un nombre, una estimulación previa, una cantidad de público adecuada, suele salir muy bonito…
Suele quedar en el recuerdo un aroma, una imágen, un color, una mano, un remanso de palabras que se entrecruzan con los pasos del que vino a escuchar.»

Mientras descargaba maletas, me di cuenta, que tal vez suena raro eso de «hacer un cuentacuentos», pero lo que es innegable, es que cada vez que nuestro arte llega a un sitio, dejamos una semilla, que bien sembrada, puede germinar y florecer, aunque sea un ratito.
En el mejor de los casos, puede perdurar, o mejor aún, preparar la tierra para las semillas de otros compañeros.

La receta gastronómica de un cuentacuentos, para otro día. Buenos caminos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *