Salir de Zaragoza una vez mas, dirección La Rioja. Pero no es tan fácil. Hay que atravesar Tudela con su Ninfeo Románico, Rincon de Soto, con un barco azul y blanco que ya me diras que hace anclado en el medio de la nada roja y Alfaro,»el paraíso de las cigüeñas».Desde la ventana vi como durante eternos minutos, una, enorme, se balanceaba sobre la antena de TV de una casa, era una danza cómica de aleteos torpes y de patas que no soltaban el hierro, hasta que finalmente salio con un gran trozo de cable, prendido del pico.
Me conto Fernando Saldaña. un cuentero de Salamanca, que tuvieron que sacar los nidos de las cigüeñas del campanario de su ciudad ya que con el peso estaban resquebrajando la torre. En uno de los nidos, ademas de zapatos, ropa, cabezas de muñecos, encontraron un neumático!
Finalmente llegar a Calahorra donde hay que esperar durante hora diez el bus que finalmente me llevara a Arnedo.
Es una ciudad, que desde lejos enseña su santuario Del Carmen y su catedral. Debo preguntar a Manuel por el estilo por aqui usado. Sea cual sea es de color terracota. Por aqui todo es asi, terracota, rojo, o como muy claro, naranja.Precioso.
La fachada de la catedral sorprende por sus estatuas de marmol blanco, contrastan con las piedras. Es muy grande. Supongo que Dios necesita mas espacio que los demas, tanto que debe de estar ocupando todo, ya que fieles entran cada vez menos.
En la pequeña estacion hay una muestra clara de estos tiempos. Una pareja ecuatoriana, un matrimonio colombiano, con dos hijas y dos sobrinas. Una pareja marroquí con miles de maletas dos niños pequeños y un balde blanco con tapa roja que huele muy fuerte a leche.Una pareja rumana toma apuntes con una pluma de oro sobre un folleto del ICO y una sola señora española, camina airosa de un lado para el otro, como para dejar claro que ella sí, es de aquí . Nos mira con pena. Mi maleta perdió una patita bajando de un bus en Guadalajara y queda de lado, cansada y borracha en el medio del pasillo.Supongo que ella nos mira, como nuestros abuelos miraban a los gallegos y a los italianos, hace años, cuando invadían las estaciones de tren de nuestros pueblos, con sus maletas de cartón.

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