Luego de una función en La Almunia, María La Bola (tal el nombre que debo dar al indagar por ella en mi regreso) me preguntó por que no me casaba con uno de sus hijos.
«Tengo dos-me dijo-que mueren por las de tu tierra, y yo tengo fecha de caducidad para el 2010, quiero ver un par de nietos mulatos de ojos azules»
Hace dos tardes, vi «Mi vida sin mí», en casa, porque con las películas de llorar yo tomo precauciones y las veo solo desde el sofá, para gimotear a gusto. La protagonista hacia una lista de «cosas para hacer antes de morir».
Desde entonces me da vueltas por la cabeza una larga lista de cosas que me prometo hacer y nunca hago. La de veces que dejo para el ultimo segundo, ese del estrés extremo, que te exprime las neuronas y te hace sentir idiota una vez mas cuando comprendes que solo era cosa de ponerse y el resultado aparece.
¿Será que al igual que mi futura ex suegra de La Almunia, debemos saber nuestra fecha de caducidad para hacer de verdad verdadera lo que queremos?