Fin de semana de lluvia frustrante.Paseos al aire libre,ni soñar,montaña menos,solución…tchan,tchan,mi chico sugiere ir a La Semana Verde!!!
No doy crédito,desde cuando le interesa el campo,la ganadería,la maquinaria agrícola?
No me puedo quejar,Manuel aun me sorprende y se supone que eso es bueno mujer,di que si,sonríe encantada (esa sonrisa no es de encantada es de incrédula-vale,esa esta mejor) Se lo cree y bajo la lluvia hacemos 40 km. Miles y miles de coches abarrotan el pueblo,diferentes carpas y pabellones ocupan un espacio enorme,todos los vendedores de aparatos de compra por TV,están en vivo, cuchillos que hacen tirabuzones de verdura, limpiadores mágicos, ordenadores que te analizan la firma, cacerolas resistentes a todo, colchones inmensos, chorizos, quesos, vinos, potabilizadoras, árboles, canarios, hurones, quads, coches sin carnet, vacas, toros de enciclopedia, perros, bonsáis y TRACTORES!
Recuerdo el viejo John Deere de mis abuelos como un armatoste amarillo que engrasaba todo el tiempo a mis tíos en arreglos imposibles con tal de no comprar otro, asi que cuando veo a mi peor es nada caminar raudo y veloz hacia ellos, no entiendo nada. Una emoción genética (quiero creer) le embargaba al mirar esos neumáticos planetarios. Los recorría embelesado. Yo trataba de visualizarlo, montado en uno de esos con el Vaio con wifi y no me cuadraba. Su alegría se equiparaba con la que sintió frente a los corrales de los cerdos, esa belleza de animal (asi les definió poco menos que enamorado de esos cuartos jamoneros).
De allí pasamos a la subasta de vacas,su cara era un poema, uruguayita rodeada de tios domadores y criadores de ganado que año a año concurría al Prado a vivar las proezas equinas y las rimas de los payadores, que se pasó Semanas Santas en la Exposición Feria y en El Galpón de las Tradiciones, me sentía en el túnel del tiempo, pero para él todo era nuevo y esa manera suya de asombrarse siempre, hizo que valiera la pena la lluvia del sábado.

Pero llegó el domingo y la mañana se alargó en las sábanas y entonces recuerdas que si hay algo que no se puede hacer un domingo, nunca pero NUNCA, es mirar hacia los armarios.
Tengo una amiga que hasta ha escrito un post sobre sus manías, la mía es la ropa bien doblada. Me desquicio, es como ese gesto que no puedes evitar cuando ves un cuadro inclinado o como cuando a ciertas mujeres le ves lápiz de labio en los dientes, quieres prestar atención a lo que haces, pero no para de mirar “eso”.
Asi que hice la cama y volqué encima, estante tras estante de ropa, volviendo a doblar todo con cuidado, combinando colores, texturas, camiseta de salir, con las de por casa, faldas, camisas, pantalones de vestir y vaqueros, pasando de arriba abajo esa prenda que nunca sabes donde combina, pero que has comprado y no has estrenado y da pena tirar y sube y baja año a año sin saber que hacer con ella. Luego “su” sector y ese es el momento en que debo respirar hondo.
¿Alguien conoce un hombre que sepa doblar camisetas sin que parezcan un Sopena de consulta? ¿Por qué no pueden poner las camisas con el borde de los hombros coincidiendo con los extremos de la percha? Porque si les pones todos los cuellos hacia el fondo del armario, en tres días hay uno para cada punto cardinal!!!
Ya, se que pido imposibles, como que repongan el papel higiénico o tapen los frascos de champú, gel o colonia, pero si nosotras aprendimos, que hace que ellos no?
Trato de buscar en mis sentimientos del sábado a la tarde y entonces me arrepiento de no haber comprado esta maravilla, aunque como dijo una chica al pasar, si viene el francés con el chisme, me compro todo el lote.

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