Hoy es el día en que te das cuenta que aunque ya pasaron 21 días, no has empezado la dieta del nuevo año, ni fuiste al gimnasio ese del que no te borraste porque te prometiste que ibas a dedicar tiempo a tu bienestar.
Tampoco fuiste a cambiar el regalo que ya tenías, ni tuviste tiempo para quedar con las personas que te prometiste ver con más frecuencia, reduciendo el horario de las personas tóxicas o solo de vínculos laborales.
Y para colmo llegan todos los cobros de las suscripciones anuales, almacenamiento de google, flickr pro, trimestre del IVA…
Vamos que lo del sicólogo que ha hecho un cálculo para decidir que hoy es el día más triste del año, no ha sido más que dos mas dos, que por encima, elige un lunes…
Y en inglés que es como suena chachi…
Que a mí por lo menos lo de blue no me suena a bajón, sino a azul de cielos nuevos o a Muddy Waters.
Y si pienso en Muddy me viene Rollin’ Stone a cabeza y si miro el mes de enero del calendario del románico, donde aparece la nostalgia, ese pecado capital que la iglesia retiró hace siglos pero que luce magnífico en Santiago de Requeixa, pues como que el día de triste, nada. Llueve, si, pero a mí mas bien me da por estar mimosona.

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