Estoy resucitando. Soy actriz, pero hija de militar, así que mi cabeza para muchas cosas es cuadrada. O mejor dicho se cuadricula (?) Cada viaje a cada sitio que tengo que actuar lo mido al dedillo, con lupa y centímetro, no dejo nada librado al azar, ya que nada me horroriza más que la idea de llegar tarde a una función. Creo que una pesadilla recurrente es la de llegar a un teatro cuando la gente se va pisoteando el programa de mano con mi foto, cabreada porque «laartististanollego».
El avión del sábado con destino Barcelona, salía 8 y media, el tren a Caspe, 16 hs, teniendo en cuenta que en dos horas estaría en el centro de la ciudad de Gaudí, mi cabeza solo se preocupaba en como matar las horas, que si un museo, que si comer en un japonés de diseño, si ver tiendas, si llamar a un amigo…
Para variar, en Santiago, pese a ser verano, llovía y había niebla, ergo: el avión no podía aterrizar, daba vueltas y vueltas mientras yo me empezaba a impacientar (yo y los 100 más que estábamos esperando por él)
Pero hete aquí que el único era el nuestro, los de Iberia rumbo a Bilbao y desde Madrid, llegaban y se iban con normalidad.
Resumiendo, a las once nos avisaron que saldríamos de otro aeropuerto a 150 km al sur.
El comandante nos explicó que al ser una compañía nueva tenían un permiso diferente de aterrizaje en caso de nieblas. Lo increíble era que cuando querías reclamar, en ventanilla tenías azafatas de Iberia que decían que Clickair es una compañía independiente, mientras que en el avión te decían que reclamaras en Iberia porque eran una compañía menor de dicha empresa.
O sea que todos se pasaban la pelota.
A las 14.30 llegamos, sin desayunar ni comer, ya que me negué a pagar en el avión, algo que por gentileza nos debían haber dado, después de tantas horas. Llamé al teléfono que dan en la web, me cobraron por minuto y me dijeron que solo se reciben quejas por correo electrónico.
Lo siguiente la locura, con dos amigas circunstanciales, una que perdía su conexión a Montpellier, corrimos a coger el metro (tren) que te lleva al centro. Se fue al llegar y el siguiente pasaba a la media hora. A las 3!!! El tren rebozaba de gente con maletas, italianas, alemanes, franceses, gallegos…todos riendo y solidarizándose con mis nervios, yo al teléfono trataba de encontrar opciones, Chati (mi agente) y Manuel (mi vida) trataban de enlazarme vía Zaragoza en tren, en un coche de otra actriz que saldría de Barcelona (que no porque el piano ocupaba todo) por Lleida o Huesca. Mi cabeza era un mapa!
Un italiano me comenzó a contar en gallego su sueño de venir a Galicia desde que un día leyera a Cunqueiro, se sabía de memoria las calles de Santiago que solo ha visto en google maps.Por sus ojos vi pasar el Franco, la Quintana, Sampaio…Quería volver!!
En la estación obras, saltear escombros, despues de saltar maletas en el tren esto estuvo chupado, hablar con una chica argentina con la que había quedado (cuentacuentos recién llegada que quería información para poder trabajar) correr a ventanilla INDICADA en información, hacer la cola, (explicarle a Daniela Hacienda, Seguridad Social,precios) ERA LA OTRA!!!
Correr, la pobre niña detrás, cómo funcionan los circuitos, teléfonos de bibliotecas, comprar billete, no aceptan tarjeta, correr al cajero, volver, pagar, 15.55!!!
La escalera 4 está en obras, volver a ventanilla, ah perdón sale de la 6, correr, dos besos a Daniela que quiere estar un año hacer dinero, enamorase, meterse en la movida cuentera y hacer el camino de Santiago (viendo todo lo que llevo en un día seguro que lo logra)
Sueño con sentarme en el tren, comer un bocadillo y una coca cola helada. Al subir, mi cara fue un poema, lo digo porque el señor que subía conmigo me tendió la mano y me sentó a su lado. El tren rebozaba de gente por los suelos, por los escalones y hasta en el hueco que él me ofrecía EN EL MALETERO, allí doblada como un sándwich, sintiendo el traqueteo del tren en mi nuca a través del estante superior, sentí que el mundo se me venía encima, cuatro horas así…
Tranquila, me dijo su cara morena de sol (cabrón-tú has estado en la playa) mi día tampoco ha sido bueno, han puesto un aviso de bomba en Ibiza, nos han demorado horas, hemos corrido por las calles para ponernos a salvo, de nada, ya que era falso aviso y aquí estoy. Fui a Formentera a dar las gracias, en diciembre fui a descansar y me dio un patatus, morí cinco minutos (retiro lo de cabrón, no me gusta insultar a los muertos).Ahora cargo este aparatito y una nueva vida. Vengo a vender el piso y me voy a trabajar cobrando los billetes del barco. Un vahído mío le corto el relato. Al comentarle que estaba sin comer, se puso en pie y preguntó si alguien tenía una manzana o algo que me faltaba azúcar, al instante unas señoras con años del tiempo movieron sus manos. Me atiborraron a salchichón y chocolate. Iban a la playa, pero siempre, siempre llevan mucha comida desde que el otro año vieron por la tele los negritos llegando en las pateras a la playa desfallecidos de hambre y sed, no vaya ser cosa que lleguen cuando ellas estén. (Pienso que si las pateras llegan a Reus…) Una embarazada cuenta su primer parto. Una amiga le toma la lección del libro de tráfico a otra y le explica de manera nefasta las técnicas de adelantamiento en una rotonda. El salchichón y el pan rulan, alguien saca galletas Oreo, otro ofrece patatas. Una parejita que está en la parte de arriba del maletero ponen música, Muchachito Bombo Infierno pone alegría en el tren, varias africanas de vestidos de colores y trencitas turquesas o fucsia comienzan a batir palmas, sus madres tratan de sentarlas, pero el cuerpo las puede. Todo el mundo corea:”ojalá no te hubiera conocido nunca”
Yo se lo canto a Clickair
Por si a alguien le interesa, la función no salió bien. Desde hace años una recogida plazoleta es sede de un festival de verano, se olvidaron de cortar la calle, así que a medianoche circulaban todos los tuneros de la ciudad con la música a toda leche, un borracho se asomó al balcón de su casa y desde ahí, detrás de mi (olvidaron poner el telón) arengó a las masas declarándome su amor, mientras yo trataba de no olvidar el texto, al ver mi negativa a sus requerimientos pasó al insulto. Fue toda una experiencia.
En el hotel me esperaba una convención de pescadores al lado de la piscina, bajo mi ventana y los comentarios del hotelero con su hijo ya que ya iban 30 horas de la maratón de futbol sala y los de Caspe, estaban aflojando y aun quedaban 12 horas.
A las 8 tren a Zaragoza para seguir a Zamora.

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