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Fuimos al cine, hace tiempo que esperabamos por esta película. Tatou y Jeanet son una buena dupla.
Fue mejor. Sali del cine con la sensación bonita de que había estado dos horas en un buen lugar.
No contaré la historia, id a verla, pero si hablaré, como casi siempre de lo que generó en mi.
Primero, vergüenza, si, por todas las veces que uno se entrega antes de tiempo. Por no tener el valor de desafiar las tempestades y ver en el horizonte la esperanza.
Ese hilo, que yo siento muchas veces desde el escenario, con el público y que Mathilde, la protagonista, siente con su amado, ese hilo que parece que se corta, pero no es asi. Ese hilo que a ella la lleva a buscar, pese a sus dificultades, a las trabas, a la poca fe de quienes le rodean. Aun cuando hay quienes creen que vieron lo que no vieron. (y cuantas veces sucede que la no certeza de alguien se transforma en nuestra negativa a seguir)
Segundo, siempre he amado sin pensar, sin sopesar, sin valorar, solo sintiendo, sabiendo que aun de ojos vendados, en una multidud, de alguna manera yo sabría donde estarías, a Manech, le sucede igual, su cabeza borra todo,lo mezcla, lo cambia, pero su corazón solo se preocupa por lo que le preocupó desde la primera vez que la vio. Todo lo importante está ahí: -Te duele para caminar?»
La película es un canto a la esperanza. Es una historia de amor por encima de todo, de guerras, de olvidos, de heridas, de equívocos. Un amor como uno sueña. Un amor que hay que buscar, defender, cuidar para que sea un largo domingo de noviazgo.
Si mientras cuelgo la ropa, antes de que empiece con las medias blancas, pasa una gaviota por encima de la Catedral, tu me querrás siempre…

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