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Gabriela tenía un sueño. Que sus ojos vieran dos veces, que sus pies caminaran el doble, que su risa llegara mas allá de la esquina.
La vida le decía siempre que no. A veces le susurraba negativas y a veces se las gritaba y la hacía gritar en una sala de hospital lejano.
Pero la noria giró y la vida le trajo a Juanjo con tres niños que no tenían madre y su casa como sus brazos, se abrió. Y entonces su vientre dijo si, y llegó Faustino. Con un sol en la cabeza y un tornado en los pies. Y para mayo, Gabriela florecerá otra vez. Sus ojos veran por cinco, sus pies caminarán por cinco y su risa, cruza el océano y se instala en mi ventana.

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