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Llegué a Guadalajara con tiempo para recorrer la biblioteca nueva. Que gozada, que gusto que da cuando uno ve espacios donde los libros son los reyes y uno es un subdito abnegado y fiel que se puede postrar hacia ellos con total libertad y en un edificio tan bonito. Atender la prensa, y luego un descansito para llegar a punto a la función.
Ya he estado varias veces y conociendo la gente, uno tiene la doble responsabilidad, de estar en la llamada Capital europea de los Cuentos y con uno de los públicos mas preparados en la materia. No en vano durante el Maraton que se celebra en junio se pasan 56 horas escuchando cuentos.
El auditorio estaba a rebozar y yo en mi salsa. En definitiva, que me lo pasé en grande. Por suerte este es un espacio donde una puede contar lo que ese día el alma le pide. Uno puede reir bajito o llorar fuerte. Las historias aqui, construyen un hilo mágico que va desde el escenario y se entrelaza en cada respiración en cada movimiento en cada aplauso.Uno siente que esta invitado a la fiesta de la palabra. Por eso sin exagerar, se puede decir que el de Guadalajara es uno de los mejores públicos que un cuentero puede tener.
Me quedo con los besos apretados,las manos tibias y la caricia al corazón de muchas frases,una de ellas: …»eres como el vino, cada año mejor»
Embriagada me fui a dormir, embriagada de dicha, la dicha grande que da el saber que una es de las pocas privilegiadas que trabaja en lo que ama.

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