Ayer, y digo ayer cuando en realidad debería decir hace dos meses, estaba planificando marzo y marzo ya está aqui.
En éstos días me viene mucho a la cabeza, una vecina de mi madre, que siempre que me veía correr, me decía que ya llegaría el día en que el tiempo correría más rápido que yo.
No se si eso ya ha sucedido, por si acaso, he decido no competir con él.
En esos años, solía atravesar el barrio a velocidad extrema. Me mandaban a un recado y sin saber lo que era, ya me había ido.
Ergo, tocaba a mitad de camino o a veces ya en destino, regresar a casa para preguntar lo que debía pedir, comprar o preguntar.
Pero no me importaba, no concebía mayor deleite que el viento dándome en las mejillas.
Esa sensación de entrar en un túnel donde el mundo pasaba a mi lado tan rápido como yo quisiera.
La maravilla de ese poder, radicaba en la inconsciencia de su significado.
El deleite de abrir ventanas en el aire a todo lo desconocido y nuevo.
Hoy los asombros, por suerte o por desgracia, son menos intensos. Pero sigue en mí esa personita, que pocas cosas disfruta más, que el descubrir, el aprender, el constatar que el mundo en cada giro, aun me regala sorpresas.
Por eso gusto de los días de vientos, cuando el aire se limpia y se carga en un ráfaga. Cuando los prados se empapan y secan en menos tiempo del que tardas en caminarlos.
Buen domingo, buen andar, buenos vientos.

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