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Como buena cuentera que soy, desde pequeña los cuentos de Andersen adobaron mi imaginación. Al igual que él, sentía miedos por la noche. Me escondía en fantasías tan fuertes que a veces me las creía. Calzaba, no una 48 como Hans, pero si una anormal 38 en una niña pequeña. Por eso soñaba con unas zapatillas rojas como las del cuento, diminutas y elegantes.O con ser la bailarina del Soldadito de plomo. Pero con el cuento que mas me sentía identificada, era con El patito feo.El ser mulata en un colegio de blancos, era sinónimo de ser «negra y fea». Recuerdo muchas lágrimas esparcidas por los rincones y recuerdo esperar con ilusión la primavera que el cisne apareciera.

Al igual que Andersen los cuentos me han dado a los 30, no fama y fortuna, pero si mucho trabajo. La diferencia es que mientras él iba a los hoteles con una soga en la maleta para escapar por si había un incendio, yo me llevo velas, incienso y vino para hacerme mi nido, eso si, bajo la almohada no falta el medallón que me enviaron de Mexico, Luciano y Beatriz.
No se si soy un cisne, la verdad que hasta creo que no me gustaría serlo, pero lo que si tengo claro es que ahora soy un parruliño (en gallego) guapo

4 thoughts on “O parruliño

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