Todo el mundo coincide en calificarla de mágica. Para las culturas precristianas, la noche de San Juan era el momento de celebrar que el día, es decir la vida, vencía a la noche, el eterno alter ego de la muerte. Claro que entonces sólo era la celebración del solsticio de verano, el apogeo del dios sol. Más tarde, el cristianismo santificó el rito solar al introducir la celebración de la festividad de san Juan. Hoy en día, ya no queda casi nada de presencia espiritual aunque sí de magia y de supersticiones.
En Galicia, ésta es una de las fiestas por excelencia. Centenares de ritos y costumbres adornan las tradicionales cacharelas, en torno a las que se chamuscan miles de sardinas y se queman centenares de apuntes escolares.
Guía práctica
Varios puntos de la geografía gallega destacan en la celebración de este día. En A Coruña incluso ha sido designada Fiesta de Interés Turístico Nacional. Cada 23 de junio se reúnen en este ciudad en torno a cien mil personas. A primera hora de la mañana comienzan los actos festivos con bandas de música y grupos folclóricos acompañando a una gran comparsa de gigantes y cabezudos. Con las primeras sombras de la noche, cuando ya la ciudad entera arde en sardiñadas por los cuatro costados, la fiesta se traslada a los principales arenales. En torno a la gran hoguera instalada en la playa de Riazor se van formando cientos de pequeñas cacharelas que arderán hasta bien entrada la madrugada. El Orzán, el Matadero o Las Lapas son otros de los escenarios tradicionales de la quema.
En la comarca de Vigo, las llamas también se apropian del ambiente. Si en la Playa de Samil y en Playa América se sitúa el botellón sanjuanero oficial, en la playa de la Fuente se alza la pira alternativa de la noche. En la propia ciudad, llama la atención el recorrido de comparsas que se realiza por todo el casco histórico y que finaliza en la plaza de Berbes.
La ciudad del Apóstol tampoco se olvida de San Juan. Tres puntos aglutinan las principales celebraciones: la praza do Irmán Gómez, la Algalia y el barrio de San Pedro. Abundan las sardinas, la empanada y el vino del país. En Lugo llevan la voz cantante los barrios, entre los que destacan el Montirón y A Piringalla. La noche que marca el inicio del verano es especialmente intensa en los barrios ferrolanos de Caranza, Canido y Esteiro, en donde además de sardinas habrá pan de millo. En Narón se encuentra un festejo singular en la parroquia de O Val, donde se conmemora la leyenda de la Pena Molexa. Según la tradición, esta hada convertida en pieda sólo cobra vida en la noche de San Juan, en la que toma forma humana para buscar al hombre de su vida.
Dos municipios, Cuntis y Poio, ponen en Pontevedra el toque especial en esta noche. En la primera se celebra el solsticio de verano en el castro de Castrolandín y en Poio se recibe el verano con una gran sardiñada popular y con un espectáculo pirotécnico y de luces.
A Lanzada es otro de los lugares más tradicionales para celebrar el 23-J. Allí se repetirá el rito de las siete olas en el que participarán mujeres que quieren quedarse embarazadas.
En zonas de Ourense, como Verín, Cartelle o Celanova, es tradición ir a bañarse al Miño, en un ritual purificador. En Carballo, se recupera una tradición celta y durante la noche se depositan a la entrada de las casas varios fiunchos o pétalos de rosa para ahuyentar a los malos espíritus. Al día siguiente, con los pétalos bañados en el agua, se rociarán la cara.
Para finalizar, una costumbre curiosa. En Petín, se sacan las macetas a la calle para que se renueven con el aire de la noche.