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Mario Benedetti quiere hablar con los jóvenes; un acercamiento, una palabra sabia. Más de 80 años de vida y su extraordinaria forma de expresar los sentimientos avalan sus intenciones. ‘Memoria y esperanza. Un mensaje a los jóvenes’ (Destino) es el último libro del poeta, escrito para pedirles que nunca dejen de luchar por sus sueños. ‘Memoria y esperanza’ es lo que el octogenario pone al servicio de la lectura joven, de los adolescentes y las nuevas generaciones que quieran escuchar sus consejos.

Y lo que no consiga el tiempo, que lo hagan las palabras. Así se propone Benedetti convencer de que es preciso salvar la utopía de los bombardeos publicitarios, la globalización y la riqueza. En un libro que combina poesía y reflexiones, el poeta se pregunta “qué les queda por probar a los jóvenes en este mundo de rutina y ruina”, mientras pone su propia experiencia como ejemplo de una vida que no ha perdido los valores.

Si este mundo “de paciencia y asco” está sólo gobernado por adultos, quizás sea preciso dejar ya paso a los jóvenes: “Soy un poeta viejo y un viejo poeta, que en lugar de pensar –como muchos de los de mi generación- que los viejos somos sabios, me pregunto, cada día que pasa, si el mundo no estará así porque no les dejamos lugar a los jóvenes”. Algo que demuestra la idea del autor de que se debe escuchar más, y mejor, lo que los jóvenes tienen que decir.

En su análisis sobre la situación actual de los jóvenes, Mario Benedetti recorre varios espacios importantes: la relevancia de la infancia, la relación con los padres, el sexo, la conciencia, las drogas, etcétera. Y para eso, el autor no renuncia a su condición de poeta, introduciendo varios poemas propios, pero también los de otros autores célebres que, en alguna ocasión, se han referido a la juventud, como Miguel Hernández: “Mi sien, florido balcón/ de mis edades tempranas,/ negra está, y mi corazón,/ y mi corazón con canas”.

Las drogas

Un tema de actualidad y preocupación continua es, sin duda, el consumo de drogas entre los jóvenes. Benedetti no se mantiene ajeno a un problema que, asegura, ha sido un legado de la cultura estadounidense: “En el nutrido nivel de jóvenes pobres la droga los impulsa a la delincuencia, y en la juventud que proviene de familias pudientes, llega a provocar cadenas de catástrofes, como las que tienen lugar en la llamada Ruta del bakalao, ese tramo de carretera que media entre Valencia y Barcelona. (…) En este confuso y tramposo presente, defender a los jóvenes de los daños casi siempre irreversibles de la droga, es una tarea sobrehumana”.

El sexo

¿Y cómo ve Benedetti el sexo en los tiempos modernos? “Y está por fin el sexo. En la pubertad es una revelación. La masturbación inaugural, el orgasmo de estreno, no sólo revelan posibilidades corporales hasta ese momento sin estrenar, sino también una ampliación de la vida interior. Con el sexo, con el erotismo, cambian el ritmo y la calidad de los sentimientos”.

La conciencia

Asegura el autor que la mayoría de los adultos quieren enterrar en el olvido la conciencia, mientras que en los jóvenes todavía está muy despierta: “La conciencia es ubicua/ la siento a veces en el pecho/ pero también está en las manos/ en la garganta en las pupilas/ en las rodillas en los pulmones/ pero la conciencia más conciencia/ es la que se instala en el cerebro/ y allí ordena prohíbe festeja/ y hasta recorre interminablemente/ los archipiélagos del alma (…)”.

El compromiso

“Entre el joven y el mundo que lo envuelve o asedia, siempre ha existido una relación móvil, cuando no errática. No obstante, y a pesar de balanceos y estremecimientos varios, si se examinan con atención uno o varios fragmentos de siglo, es posible detectar cadencias aproximadamente cíclicas que van desde la prescindencia al compromiso, o también desde el arraigo o la evasión, con sendas viceversas”.

La música

“Esa canción de hoy, habitual y pegadiza con sus trovas y salmodias, con sus cantinelas y boleros, con sus tangos y sus coplas, con su samba y particularmente con su rock, puede desarrollar como motivo efusiones de amor, destellos de alegría, clamores de protesta, pero también puede simplemente difundir un estribillo monótono, estéril y pueril, que nada dice y sólo sirve para aletargar al oyente o para enloquecerlo con el estrépito de un ritmo ensordecedor”.

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