Cuando llegamos a la iglesia que motivó el viaje, comienza a nevar.
Ésta iglesia del siglo XIII, por fuera, no anticipa nada de lo que te encuentras dentro.
Al entrar, se nos abre la boca, inevitablemente-
Manuel y yo, sin haberlo hablado, teníamos la certeza, no se si por las fotos vistas en prensa, de que las pinturas estarían elevadas, a una distancia muy superior.
Sin embargo, están casi que al alcance.

De la mano, que no de la comprensión.

Se han realizado encuentros de especialistas, se ha escrito mucho, pero lo cierto es que éstas pinturas, tienes mas conjeturas que certezas.

Yo no soy experta, así que mientras Gago y Ander, intercambian teorías, datos, y curiosidades, yo saco mi 105 y empiezo a disfrutar como una enana.

Las pinturas en su conjunto, narran de forma sorprendente una serie de hechos que poco o nada tienen que ver con los habituales símbolos o estampas religiosas de las iglesias.

Verdaderas batallas , saqueos, duelos, sitios…

Al centro, una mota, de libro, con sus arqueros y ballesteros. Cada soldado interactúa o dispara a un soldado que le responde desde fuera.
Es vibrante la acción, casi se puede escuchar el fragor de la batalla.



Así como puedo imaginar los cantos y lamentos de la procesión de mujeres y del entierro que aparecen a un lado y otro de la cúpula.
Unas portan ramas coronadas por aves, otras llevan unas curiosas bolas de ofrendas, y son mujeres bien vestidas. El detalle en la ropa, pese a las simples líneas, es minucioso.

Prestad atención a la estampa pintada a la derecha en la parte superior, hay una escena, que tal vez por ser mujer, me eriza la nuca con un escalofrío.
Unos hombres, con extrañas cabezas (cascos?) atacan en una cama a lo que podría ser una mujer. Hay quien dice que es un niño y sería un secuestro, terrible también, pero si se fijan, la figura que está encima de la cama, un soldado, tiene el mismo tamaño de la figura que yace.

Una escena que refrenda el caracter bélico de las pinturas. El saqueo, la violación de inocentes pese a las súplicas y oraciones.

La batalla que continúa, mientras se entierran los seres queridos.

Sucedió todo ésto en Alaitza o en la zona? O será la representación de lo vivido por algún integrante de la familia que pagó la construcción de la iglesia?

Hay quien dice que la cúpula fue pintada por soldados, resulta difícil de creer, tal y como nos hace ver el guía, que un soldado pudiera conocer las técnicas de mortero, dibujo y pintura, necesarios para realizar una obra de arte que ha llegado hasta nuestros días pese a que estuvo detrás de un retablo durante cientos de años.

Éstas figuras, realizadas en color rojo, me hipnotizan, casi les pido, mientras las retrato, que me hablen, que me digan que mano, que fuerza, que designio les dio la vida.

Éstos días, que ando perdida en los mitos nórdicos de Nil Gayman, no puedo menos que imaginar que el árbol del centro se parece mucho al Yggdrasil.
Y que toda la batalla, o sucesión de batallas que aqui aparecen son una alegoría a ese principio del mundo, cuando Odin derrota a los gigantes y después de tanta destrucción por fin nace el mundo que conocemos.

Si así fuera, se entendería que se ocultaran las pinturas detrás de un retablo, durante tanto tiempo. Así como Mimir custodia la sabiduría, así permanecieron, y así hablan en un idioma que hemos perdido.

Como sea, algo que bien merece el viaje.
Seguimos la visita, toca cerrar el recorrido en Gazeo.

Para reservar la visita, aquí.

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