Cuando rodaron Robin y Mariana con Sean Connery y Audrey Hepburn, los vecinos de Artajona, se subieron por los muros, no solo para curiosear, sino también para ser extras en el «Condado de Nottingham». Hoy se recuerda ese rodaje, con una placa que te invita a visualizar algunas escenas y fotos de la película.
Y la verdad que el pueblo entero, bien puede ser protagonista de una película que cuente su historia.
Nosotros empezamos la vista en un yacimiento arqueológico que está en un monte cercano.
Dos dólmenes conocidos como el “Portillo de Enériz” y “La Mina”.
Están en un enclave magnífico y con la luz de la mañana entrando por la puerta tallada en la roca, la piedra es una paleta de amarillos. Marco García Quintela (te imaginamos midiendo el sol ahí)
Desde la puerta de Eneriz, en línea recta se puede ver al fondo, pequeñito el Cerco de Artajona.
Unos metros más arriba, se sube serpenteando entre pinos hasta la otra mámoa, también magnifica.


Al bajar, la tierra está roja de las hojas secas de la vid, y la hierba, alta, baila con el viento frío, que me corta la piel de las mejillas.
Artajona recorta su perfil desafiante.
No es difícil imaginar esa colina, ocupada desde tiempos de los romanos, codiciada por unos y otros. Esta inmensa muralla, conocida como el Cerco, no fue levantada en vano, su robustez persuadió a mas de uno de atacarla.

El Cerco se levantó en el año 1085, siendo terminado veinticinco años después.
A mediado del siglo XII, Artajona llegó a ser un pequeño reino. El rey García V «El Restaurador» entregó Artajona como regalo de bodas a su esposa Urraca y cuando su hija Blanca se caso con Sancho III de Castilla la ciudad fue un enclave castellano en el Reino de Pamplona.
Más adelante Sancho VI el Sabio lo reintegró a la corona de Navarra. El pequeño reino incluía también Larraga, Cabror, Miranda de Arga y Olite.
En el interior del cerco, quedan en pie dos de los tres arcos por los que se accedía a la ciudad y una de sus iglesias más antiguas, la de San Cernin o San Saturnino de Pamplona.


La actual iglesia, tiene el recio aspecto de una fortaleza y sustituyó a la románica anterior, cuando la población creció y la ciudad tuvo que guarecerse varias veces de ataques de otros reinos.
La techumbre de la nave ( Beráchico) es la original, las lajas de piedra descansan directamente sobre la bóveda, recubriendo su forma y permitiendo así la comunicación rápida con cualquier punto del paseo de ronda y la acumulación de las aguas que caen por las gárgolas a un canal de piedra y de este al aljibe existente bajo el pavimento del último cuerpo del templo.

Lo mejor es hacer la visita a los tejados, pero por lo que vimos la oficina de turismo no funciona en invierno 🙁
Al rodear la iglesia, se puede ver su campanario, que fue mazmorra en algunas épocas y una preciosista portada gótica que rompe la sobriedad del templo.
Entre hojas y flores talladas, se narra el martirio de San Cernin, que no se postró ante el signo pagano del toro y fue arrastrado por el animal hasta morir. Y también aparecen Felipe el Hermoso y Juana de Navarra dando las gracias por la expulsión del demonio pagano de las tierras del Languedoc y Navarra. Hazaña que también se le adjudica a San Sadurnino. Todo ésto celebrado por músicos y danzantes.
Paseamos por toda la muralla viendo como están trabajando en una aldea con la supervisión de un arqueólogo que mira trozo a trozo con detalle. Gago se hace el sueco por ahí cerca a ver si ve algo, pero el tiempo pasa y toca seguir a Olite.

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