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Hace setenta años que un fuego inmenso, quemó su avión en Medellin. Ese fuego aun arde, aun quema. En el Rio de la Plata, debate mediante, sobre si nacio aqui o alli, este día es de recuerdo, para la voz del Zorzal, para el hombre que representa ese sueño del que nada tiene y un día llega «lejos»
Las letras de sus tangos se prestan para cincuenta momentos de la vida y sus melodías acompañan cada mañana, cada día, cada noche a «tacheros» (taxistas), albañiles, secretarias que peinan canas, malevitos de cuadro, señoras de balcón florido, viejos de sombrero ladeado y golilla o tristes mujeres de barras de estaño y mármol.
Hoy los bares ponen otra silla al lado de la puerta, por si vuelve, por si es cierta la leyenda urbana de que no era él el que iba ese día en el avión, que era otro que ocupó su sitio, porque él se quedó enamorado de una nube, detras de una rubia (o una morocha) regando madreselvas y tarareando bajo faroles anónimos una melodía de arrabal, perdiendose en un caminito, en una noche triste para esperar… el día que me quieras.
Acaricia mi ensueño, el suave murmullo de tu suspirar,
como rie la vida si tus ojos negros, me quieren mirar
y si es mio el amparo de tu risa leve, que es como un cantar
Ella aquieta mi herida
todo todo, se olvida
El día que me quieras, la rosa que engalana
se vestirá de fiesta con su mejor color
y un rayo misterioso hará nido en tu pelo
luciernagas curiosas que veran que eres mi consuelo

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