Cuando lo conocí el ya peinaba algunas canas y yo peleaba con mis sueños de adolescente. Cuando me subí al escenario el me iluminó (literalmente) como nadie. Y cuando empecé a recorrer caminos nuevos, el y su petisa, estuvieron siempre en primera fila, arrastrando amigos a ver esa cosa nueva de «cuentacuentos».
Se que siempre se ha alegrado con mis pasos buenos y ha sufrido con los malos. Pensar en el, es sinónimo de reir. Que mejor atuendo puede lucir una persona para ser querida. Y sin embargo el condenado tiene mas. Escribe, dirige,crea, milita,hace asados, enamora,cuenta,reune amigos, cumple pedidos que le llegan de miles de km…
Que sesenta no son nada Papá Pitufo!
Desde lejos, levanto mi copa y brido por ti y por todos los años que mi correo recibira tu aliento.

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