La primera vez pensé que era coincidencia,pero hoy, seis coincidencias mas tarde, no pude evitar prestarle atención. Su aspecto es pulcro y limpio,siempre tiene el pantalón planchado y una camisa impoluta le asoma por el cuello de un jersey casero. En la mano siempre un libro.
Lee y saluda los paseos de los guardias.
De repente su español de Valladolid,pasa a un perfecto ingles,para explicarle algo a una «guiri» de mi derecha. Al levantar la cabeza, su mirada verde se cruza con la mía.
-Que sepa que aqui habemos personas amables. Aqui, en la estación. En este sitio donde todo el mundo va o viene. Ella quería ir al baño (lo de bathroom fue lo único que le había entendido) y no podía bajar las escaleras con las maletas ( siempre me he preguntado como hace en Chamartin alguien con silla de ruedas para ir al baño)
El se había ofrecido para cuidarle las cosas.
-Todo el mundo va o viene-siguió hablando-menos yo,que siempre estoy.
Desde que me jubilé vengo todas las tardes, a esperar,que? me dirá usted bella señorita, a esperarla a ella. A la que un día me llenó el corazón de esperanzas. Me decía que tenía que estudiar que tenía que ser alguien con un buen futuro, y asi nuestro amor sería posible a los ojos de sus tías, porque sus padres murieron hace mucho,sabe?. Y yo subí al tren un día y me perdi en Madrid,por ella, muchas de las esquinas de esta ciudad las construí yo. Muchas lunas vi, estudiando en mi pensión. Cuando tuve todo lo que me pedía, le escribi. Ella respondió que vendría, que le pesaba dejar a sus tías,pero que vendría.
Ya han pasado muchos años,pero no he dejado, ni pienso dejar de venir ni un día a esperar los trenes de la tarde.Se que un día vendrá.El futuro que ella soñaba ya pasó, pero seguro que podremos inventar otro, no cree usted?
La turista regresó y respiró aliviada al ver su equipaje intacto.
Decenas de personas subieron las escalera de la puerta 10,los ojos verdes se volvieron mas claros, al tiempo que se ponía de pie.
El andén quedó vacio, él guardó su libro en un sobre de tela marrón con cremallera.
-Mañana tal vez-dijo bajito- Que tenga buen viaje señorita! (lo dijo también en ingles) Y se marchó.
Yo me quedé deseando que por la puerta apareciera una mujer de muselinas y sombrero, con una maleta provinciana, pero buena, que desorientada mirara en todas direcciones, me imagine que sabia sus nombres y que corría tras él y que le tiraba de la manga, para que corriera a su encuentro.
Pero eso no pasó. Siempre me cuesta aceptar, que en las estaciones de tren, las historias no suelen tener un buen final.

3 thoughts on “Siempre en Chamartin

  1. precioso, soledad…
    pienso ahora en todas las veces que he ido y venido, subido y bajado escaleras, todas las esperas y llegadas a la estación de chamartín…
    me hubiera gustado mucho que ese señor me hubiera llamado «darling»
    me alegra seguir leyendote, aunque fue mucho mejor escuchar tus cuentos día tras día en los institutos de Las Rozas, hace un año ya casi!
    Besos y flores a repartir a gusto del consumidor
    Rebeca

  2. precioso, soledad…
    pienso ahora en todas las veces que he ido y venido, subido y bajado escaleras, todas las esperas y llegadas a la estación de chamartín…
    me hubiera gustado mucho que ese señor me hubiera llamado «darling»
    me alegra seguir leyendote, aunque fue mucho mejor escuchar tus cuentos día tras día en los institutos de Las Rozas, hace un año ya casi!
    Besos y flores a repartir a gusto del consumidor
    Rebeca

  3. precioso, soledad…
    pienso ahora en todas las veces que he ido y venido, subido y bajado escaleras, todas las esperas y llegadas a la estación de chamartín…
    me hubiera gustado mucho que ese señor me hubiera llamado «darling»
    me alegra seguir leyendote, aunque fue mucho mejor escuchar tus cuentos día tras día en los institutos de Las Rozas, hace un año ya casi!
    Besos y flores a repartir a gusto del consumidor
    Rebeca

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